viernes, 17 de diciembre de 2010

Sin guerra, sin paz.

La construcción de la Unión Europea (UE) comenzó en 1951 con el Tratado de París. Desde entonces los países miembros han vivido una etapa caracterizada por la ausencia de conflictos bélicos. Sin embargo, la paz no ha llegado a todo el continente ni se han eliminado de él otras manifestaciones de violencia y dominación. La ausencia de  enfrentamientos armados no supone la existencia de paz. La UE no engloba todos los países que se sitúan dentro de los límites geográficos de Europa.

La UE está formada por 26 estados miembros. Países europeos como Albania, Georgia, Bosnia-Herzegovina o Montenegro no forman parte de esta organización internacional. El organismo que mejor representa la extensión geográfica del viejo continente es el Consejo de Europa. Cuenta con 5 estados acreditados como observadores: Santa Sede, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Japón y México Está formado por 46 países, entre los que se incluyen 21 estados situados en el centro y este de Europa y Turquía. En algunos de ellos se han desarrollado enfrentamientos armados en los últimos 59 años.


Entre 1991 y 2001 se desarrolló un complejo conflicto conocido como las Guerras Yugoslavas. Los serbios se enfrentaron a croatas, bosnios y albaneses en una contienda que dejó 300.000 muertos y millones de refugiados. En agosto de 2008 estalló la guerra en Osetia del Sur. Georgia había realizado un despliegue militar para controlar la zona, a lo que Rusia respondió con ataques al territorio georgiano. Los enfrentamientos se saldaron con más de 400.000 muertos.

Los europeos no sólo han peleado entre ellos en estos últimos 59 años. Durante la Guerra de Kosovo, las tropas internacionales de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) actuaron en suelo de la ex –República Federal Yugoslavia. Entre el 24 de marzo y el 10 de junio la OTAN desarrolló la operación Allied Force. Su intención era detener los abusos de Slobodan Milosevic, en aquellos momentos presidente yugoslavo. Se movilizaron hasta mil efectivos aéreos. Esta operación recibió duras críticas de una parte de la opinión internacional. Noam Chomsky, lingüista e intelectual estadounidense criticó la maniobra por considerar que constituyó una violación de la Carta de las Naciones Unidas.
La UE debería establecer relaciones más estrechas con los países que la rodean, adoptando una posición mediadora en los conflictos. Así, tal vez sea posible establecer una ausencia de enfrentamientos armados a nivel continental, similar a la experimentada por los países que han ingresado en la organización.

La definición más común de paz es la ausencia de guerra. Renunciar a las armas no es suficiente. No habrá paz en Europa mientras no se construyan verdaderas relaciones justas y equitativas entre ciudadanos  libres.

Federico Mayor Zaragoza define la cultura de paz como: “cultura de la convivencia y la equidad, fundada en los principios de libertad, justicia, democracia y solidaridad”. Atentados contra esta cultura pueden apreciarse en el viejo continente. El presidente de la república francesa, Nicolas Sarkozy,  ha expulsado en los últimos meses cientos de gitanos rumanos. En Portugal, Inglaterra e Italia, trabajadores y estudiantes se movilizan ante la pérdida de sus derechos. No es necesario un conflicto bélico para determinar que la solidaridad y tolerancia se han quebrado en el seno de la UE.

Para que esta cultura de paz se sostenga Mayor Zaragoza defiende el triángulo interactivo: desarrollo, justicia y democracia. Valores que sólo pueden hacerse efectivos cuando tienen la educación como eje central. La educación es una de las asignaturas pendientes de Europa. En Alemania un 13,8% de los escolares no terminan los estudios mínimos. El fracaso escolar en Italia es del 20,8%. España es uno de los países que peores datos ofrece: uno de cada tres alumnos no termina la educación secundaria obligatoria. Es necesaria una reforma educativa que permita construir una ciudadanía instruida para la paz. Con capacidad de adoptar actitudes positivas ante la diversidad de Europa, olvidar la violencia y predicar la aceptación de las diferencias intercontinentales.

Para conseguir una paz verdadera, Europa debe velar para que no se produzcan conflictos bélicos en su territorio. Desde este punto de partida, será más sencillo establecer en el continente una cultura de paz que mejore las condiciones de vida sus habitantes.


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