jueves, 16 de diciembre de 2010

El siamés pobre de la gran ciudad

Más de 4 millones de personas viven en favelas o asentamientos precarios en Brasil. Las autoridades de Río de Janeiro libran una batalla contra el narcotráfico en los barrios más desfavorecidos de la ciudad. En 14 favelas se han instalado de forma permanente Unidades de Policía Pacificadora (UPP) para disuadir a los narcotraficantes y obligarles a abandonar la zona.

En esta lucha, a menudo se aplica el tratamiento de delincuente a todos los habitantes de las favelas. Entre 2000 y 2009 la policía llevó a cabo 9179 homicidios amparándose en la defensa propia. Philip Aliston, relator especial de la ONU sobre ejecuciones sumarias, pone en entredicho los medios y resultados de las autoridades del país carioca. “Las operaciones están diseñadas para atraer la atención de la prensa y mostrar que el gobierno es duro, pero no logran resultados” declaró a principios de 2010. Los movimientos pacificadores han resultado favorables para la imagen policial. Según un informe publicado por el Instituto Brasileño de Investigación social y el diario O Globo en los lugares en los que se ha instalado una UPP, la confianza de la población en la Policía Militar es del 60%. En los barrios pobres en los que aún no se han realizado operaciones de este tipo sólo el 28% de las personas se sienten seguras.


Las favelas son aglomeraciones precarias situados en la periferia y dentro de las grandes ciudades de Brasil. Estos asentamientos existen en casi todas las grandes ciudades del mundo. Ya son más de 1.000 millones de personas en todos los continentes las que viven en asentamientos deficitarios según Amnistía Internacional. En las mismas localidades en las que se generan grandes fortunas existen zonas en las que el gobierno no interviene y en las que se vulneran de forma sistemática los derechos humanos. Carecen de acceso a agua potable, sistemas de saneamiento, recogida de basuras, servicios educativos ni suministro eléctrico. La escasa atención que las fuerzas de seguridad del Estado prestan a estas zonas las convierte en focos de tensión. El narcotráfico aparece en sus calles y se aprovecha de la desesperación de sus habitantes para prosperar.

Los movimientos migratorios son una de las causas principales del surgimiento de estos emplazamientos. Los medios de transporte actuales favorecen estos trasvases de población. Permiten atravesar grandes distancias en poco tiempo y con un coste accesible. Con la globalización de la información es posible conocer la situación de la vida en otros países. Esto ofrece más seguridad a los emigrantes y convierte las urbes con mayor capacidad económica y de empleo en grandes receptoras de población.

Los habitantes de los asentamientos precarios huyen de situaciones extremas. Guerras, desastres naturales, cambio climático, falta de medios en su zona de origen o desalojos forzosos son algunos de los motivos que los obligan a emprender el viaje. Buscan proximidad a las oportunidades que ofrecen los centros urbanos y no tienen capacidad económica para acceder a un hogar digno. Se construyen o alquilan viviendas que no disponen de infraestructuras básicas ni equipamientos sociales. En  ocasiones levantan sus casas en zonas que no reúnen las condiciones geológicas apropiadas, haciéndolas más vulnerables a lluvias y desprendimientos de tierras. Se produce un enorme contraste entre las comodidades y prestaciones de unos barrios y las carencias y las pésimas condiciones de vida de otros.

Muchas ciudades carecen del espacio necesario para continuar urbanizándose con garantías.  El déficit de viviendas de Buenos Aires ha provocado que unas 5000 personas, en su mayoría inmigrantes latinoamericanos se hayan instalado en el parque público Indoamericano. Argentina debe construir viviendas para al menos 4 millones de personas. La mayor carencia se encuentra en la capital y su cinturón urbano, donde se concentran 14 de sus 40 millones de habitantes.

A las ciudades más avanzadas y poderosas del mundo les ha surgido un hermano siamés pobre, situado por lo general en sus afueras y en algunos casos en su mismo centro. Existen grandes balcones y lujosos áticos en Rio de Janeiro, Madrid, Durban, Nueva Delhi o Hong Kong,  con vistas a la pobreza, el hacinamiento, la inseguridad y la violencia.


0 comentarios:

Publicar un comentario