viernes, 4 de febrero de 2011

Sin espacio

“Vivimos en un estado y en un país donde hay organizaciones y líderes políticos que siguen pintando a los latinos como delincuentes, como algo menos que seres humanos. Que nuestras vidas no valen nada y que por ello nos pueden matar, declaraba el abogado Antonio Bustamante, acerca del asesinato de dos personas de origen latino en mayo de 2009. Una niña de nueve años y  su padre, Raúl Flores. Los hechos tuvieron lugar en Arivaca (Arizona) y esta semana responde ante la justicia Shawna Forde, miembro de los Minuteman, acusada de planear y organizar  ambos asesinatos.

El aumento de la inmigración, sobre todo llegada de América Latina y Asia, eleva el número de agrupaciones xenófobas  y supremacistas blancas en Estados Unidos de Norteamérica (EEUU). La crisis económica y la escasez de empleo agravan la situación. El inmigrante, sobre todo el indocumentado, se percibe como un agente perjudicial para la patria. Ocupa puestos de trabajo que deberían ofrecerse a ciudadanos nacionales.
Según un informe de Human Right Watch, (organización no gubernamental dedicada a la protección de derechos humanos) en Estados Unidos viven 12 millones de personas. En 2009, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU tenía recluidos  entre 380,000 y 442,000 no ciudadanos en unos 300 centros de detención.
Jim Gilchrist fundó  Minuteman  Project con el objetivo principal de hacer cumplir las leyes anti-inmigración existentes en EEUU. El término Minuteman hace referencia a una milicia de la época de las 13 colonias que siempre estaba preparada para entrar en combate. La ideología de Gilchrist trasciende a los partidos para situarse en una especie de defensor a ultranza de EEUU. “Registrado republicano; apoya candidatos que ponen amor a la patria y la fidelidad al deber por encima de la ventaja partidista simple, sin importar su afiliación de partido” explica en la página web del proyecto.
Los ataques contra migrantes  han aumentado un 50% desde 2005 según la Oficina Federal de Investigación (FBI) y no sólo en Estados fronterizos como California o Texas. En la ciudad de Nueva York, considerada durante siglos  el paradigma de la capacidad de acogida de Estados Unidos, aumentan los ataques racistas contra los extranjeros y los negocios que regentan. Los ciudadanos mexicanos son los más afectados por el aumento de las agresiones. “Históricamente Nueva York ha sido la gran puerta de entrada a esta nación construida justamente por inmigrantes” declaraba mediante un comunicado el consulado de México en la ciudad, preocupado por el aumento de los ataques.
 Los políticos también han puesto en su punto de mira a los migrantes. En diciembre los republicanos anunciaron su intención de arremeter contra la migración ilegal. Para ello se plantearon aumentar las redadas, las deportaciones y paralizar los intentos de una reforma migratoria. Miles de personas despiertan de golpe cada día del sueño americano. Perseguidos por descendientes de ingleses, holandeses e irlandeses, que no hace mucho tiempo cruzaron el Atlántico para prosperar y que ya no quieren acoger a nadie más.
El ataque y odio al inmigrante no se da sólo en Estados Unidos. Según la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, miles de inmigrantes han sido extorsionados y raptados en México en los últimos dos años. Algunos de estos secuestros y extorsiones se atribuyen al crimen organizado, pero otros son perpetrados por las fuerzas de seguridad del Estado. El 16 de diciembre en una operación conjunta de la policía y funcionarios de Migraciones, se detuvo un tren que atravesaba el estado de Oaxaca con dirección norte. De los 250 inmigrantes centroamericanos que viajaban en ese tren, 92 fueron detenidos. La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha pedido al Gobierno de México “que lleve a cabo una investigación transparente de las alegaciones de malos tratos y abusos cometidos por miembros de la Policía Federal y El Instituto Nacional de Migraciones”
El migrante se ha convertido en el enemigo. Abandonan su hogar en busca de una vida mejor y son percibidos como ladrones de empleos y oportunidades. La mayoría de los Estados del mundo han arrancado el cartel de bienvenida de las fronteras de su territorio.



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